Parecen emerger de la nada, como si cobrasen vida propia todos los edificios de una ciudad. Retazos de tejados, enjambres de ventanas, explosionando en un mundo imaginario de chatarra y hormigón. Unidades autosuficientes que pierden su valor comunitario en busca de un nuevo mundo mejor, sí, un nuevo mundo lleno de esperanza.
Ciudades flotantes, símbolos de comunidades urbanas insostenibles. Edificios amorfos que crean su propia esencia partiendo de residuos de otras épocas ya pasadas.
¿Quién vive ahí?
Estas dos creaciones darán pie a una serie de naves y estructuras arquitectónicas que surcan los cielos y conforman nuevas ciudades únicas con identidad propia.